Muchos clientes de Inteligencia Creativa nos piden proyectos de innovación porque buscan ideas de nuevos productos o de nuevos servicios. Nos dicen que les está costando encontrar ideas realmente disruptivas, a pesar de haber realizado procesos de innovación previos.

Vemos que muchas veces el problema reside en el “cómo” se usan estas metodologías de innovación (en un post anterior (https://inteligenciacreativa.com/?p=4706) explicamos los pros y contras de diferentes metodologías).
El problema es que si se ataca el problema de manera clásica, se identificaran retos clásicos y esto llevará a ideas y soluciones clásicas: extensiones de línea en el caso de productos y mejoras en caso de servicios o procesos. Pero no a una propuesta realmente nueva.

Si lo que queremos no es solo encontrar una nueva idea de sabor para una bebida sino un nuevo tipo de bebida o no limitarse a una mejora operativa para un servicio sino encontrar una nueva propuesta de valor, necesitamos un enfoque disruptivo desde el análisis del problema.
Utilizando por ejemplo de manera clásica la fase inicial de un proceso de Design Thinking, identificaremos el “gap in the market”: alguna necesidad no cubierta del todo en el mercado actual. Incluso haciendo un buen Customer Journey, identificando Pain points o mapas de empatía, si se mira de manera clásica, o peor si se pregunta directamente al usuario, detectaremos insights poco rupturistas.

Si lo que queremos es buscar un “market in the gap”, un mercado no existente o una respuesta a una necesidad que no salga a primera vista en un análisis clásico, es necesario aplicar técnicas disruptivas para esta fase de exploración.

Es un error pensar que la creatividad se tiene que aplicar solo en la ideación: sin creatividad en la exploración empezaremos un proceso de innovación que abrirá pocas vías novedosas. Y sin creatividad en el desarrollo y la implementación de la idea, perderemos parte del potencial de nuestra idea innovadora.