¿Y si el virus obliga a cambiar los procesos de decisión?
Ya tenemos claro que la crisis obligará a la mayoría de las empresas a reinventarse y cambiar.
Primero porque tienen enfrente nuevos retos insospechados hace un mes:
¿cómo vender si no puedo visitar a mis clientes?
¿cómo mantener al equipo implicado y positivo desde casa y con una avalancha permanente de malas noticias?
¿cómo hacer llegar mis productos/servicios si mis canales están cerrados?
¿cómo reorganizar la fábrica con un equipo bajo mínimos?
…
Muchas organizaciones tendrán que repensar sus procesos. Algunas tendrán que replantear hasta el propio modelo de negocio…
Pero como siempre los problemas generan nuevas oportunidades. Ya lo vimos con la crisis económica: “de perdidos al rio” y muchas empresas se atrevieron a probar cosas que no hubieran hecho antes.
Una vez pasado el momento de pánico, comprensible, podrán ver cómo las situaciones extraordinarias hacen surgir oportunidades únicas:
. descubriremos a nuevos líderes capaces de reinventarse ante la dificultad
. identificaremos cambios en las actitudes de consumidores y clientes que se pueden transformar en oportunidades
. comprobaremos que nos ha ido bien, incluso mejor, sin procesos o reglas que parecían intocables
Este último punto puede ayudar a las empresas a conseguir este cambio del que llevan tiempo hablando pero que muchas veces no iba más allá de una intención: transformarse en organizaciones ágiles.
Durante las próximas semanas se acaban los Comités, la burocracia y no funcionará parte del sistema jerárquico. Simplemente porque no puede ser.
Para tirar adelante ante un entorno que cambia cada día, las organizaciones tendrán que permitir procesos de decisiones más rápidos y funcionar de manera más horizontal.
Ante la incertidumbre, tendrán que probar cosas sin tener todo controlado…
Es una gran oportunidad para conseguir cambios significativos a los que no se hubieran atrevidos o que la política interna hubiera frenado.
Eso sí, sólo si saben tener una visión más allá de apagar el incendio del corto plazo. La buena pregunta no es “¿cómo sigo haciendo todo igual por videoconferencia?”
¿Cuál es tu buena pregunta?