¿Cómo medir los beneficios intangibles del pensamiento creativo y la innovación?
“¿Cómo podemos medir la evolución de la innovación y fijar indicadores?” Es una de las preguntas que surge de manera lógica una vez el proceso de sistematización del pensamiento creativo y de la innovación se haya puesto en marcha en una organización.
Es un asunto significativo porque pretender medir el éxito de la innovación solo con criterios cuantitativos nos llevaría a no valorar muchas aportaciones más cualitativas que aportan valor y negocio pero de manera más indirecta o no a corto plazo.
En algunos casos fijar un indicador resulta una tarea bastante fácil:
- se puede medir la innovación en un departamento de marketing con el porcentaje de la facturación aportada por los productos y servicios lanzados durante los últimos x años (2 ó 3 años en mercados de gran consumo, más en mercados más “lentos” como el farmacéutico o los entornos industriales)
- en un departamento comercial, se puede utilizar el porcentaje de la facturación aportado por nuevas promociones, nuevos canales, nuevas vías de comercialización,…
- en departamentos de I+D, según los casos se pueden utilizar indicadores como el numero de patentes, de proyectos abiertos, la evolución de la inversión en I+D,…
- en departamentos de finanzas o compras, se pueden medir la mejora de indicadores financieros como consecuencia de la implementación de nuevas ideas
- en diversos departamentos se pueden establecer también indicadores de mejora de procesos o eficiencia (mejora en tiempo, recursos,…)
Pero las mejoras cualitativas que puede aportar el desarrollo de la innovación son igualmente muy importantes, aunque más complicadas de medir.
En Inteligencia Creativa, hace tiempo que queremos identificar indicadores que nos permitan mejorar en este aspecto y recientemente hemos investigado el mercado de EEUU para conocer las best practices de empresas innovadoras.
Nuestra conclusión fue triple:
- no existe “el indicador perfecto”: utilizan indicadores muy similares a los que integramos en nuestros procesos, no hay avances significativos a este nivel y no podemos decir que están realmente más avanzados que Europa.
- no importa no tener indicadores “perfectos” porque les está funcionando bien: los indicadores “básicos” ayudan lo suficiente para controlar el desarrollo del pensamiento creativo y la innovación.
- nos confirma que es más importante medir una evolución que obsesionarse por valorar un valor absoluto en un momento concreto.
Estos indicadores “más cualitativos” que utilizamos en Inteligencia Creativa y que hemos encontrado también en EEUU son a veces muy simples.
Aquí van algunos ejemplos para medir:
- el pensamiento creativo: número de personas implicadas en procesos de creatividad e innovación, tiempo dedicado a buscar nuevas ideas, número de ideas generadas, ideas aprobadas…
- la innovación: proyectos generados en la empresa y por departamento, proyectos llevados a cabo, número de grupos o proyectos transversales,…
- el liderazgo innovador: número de personas formadas para liderar la innovación, evaluaciones de sus equipos,…
Algún estudio de percepción interna y/o externa puede ser un buen complemento a estos indicadores: ¿sentimos que nuestra organización es innovadora?, ¿consumidores, clientes y proveedores nos ven como innovadores?
Para terminar; un punto clave: no limitarse a integrar en la valoración del éxito de la innovación solo los “grandes” proyectos: numerosas ideas de mejora, no tan espectaculares, que genera el desarrollo y la sistematización del pensamiento creativo, son valiosas para la empresa y deben también considerarse.