“Una nueva norma para gestionar la innovación” o ¿cómo probar poner vallas al campo…?

“Una nueva norma para gestionar la innovación” o ¿cómo probar poner vallas al campo…?


Barrera de protección en la playa

Comunicado de EuropaPress de junio 2013: “El Comité Europeo de Normalización (CEN) ha aprobado la primera especificación técnica europea que indica la forma de desarrollar un sistema de gestión de la innovación. (…) Aenor indica que esta normalización «reduce notablemente la incertidumbre empresarial a la hora de afrontar un nuevo mercado o proceso.»

Esto nos demuestra de manera clara el miedo que provoca la innovación en las organizaciones. Las empresas están organizadas para hacer funcionar y optimizar lo que existe. La mayoría no están preparadas, ni a nivel cultural ni a nivel organizativo, para imaginar y construir lo que podría existir. El objetivo es controlar, limitar o eliminar la incertidumbre, definir con detalle cualquier proyecto para eliminar el riesgo de fracaso. Innovar supone entrar en territorios desconocidos y multiplica todos estos riesgos que se pretenden evitar.

Por supuesto, la improvisación en la innovación puede llevar a fracasos. Sistematizar y organizar la innovación es un elemento vital. Pero hacerlo con normas nos parece autoengañarse  refugiándose en una falsa seguridad. ¡Poner vallas al campo no suele ser eficaz!

Una norma que regule la innovación nos supone una contradicción:

1.Por filosofía: una empresa será innovadora si pone en duda lo establecido. Lo que cuesta es salir del “eso se hace así, y además lleva años funcionando de esta manera”. Aplicar una norma de innovación no es más que integrar este freno donde más daño puede hacer. A corto plazo, lo primero que tendríamos que hacer es cuestionar esta norma. Tener una visión, una estrategia o una hoja de ruta ayuda a dar valor a la innovación. Encerrarse en una norma aumenta la posibilidad de que no funcione. Una característica de éxito de una persona emprendedora (ver post anterior: https://inteligenciacreativa.com/?p=562) es que sea capaz, incluso disfrute, poniendo en duda las normas y lo establecido. Establecer normas cerradas cuando se quiere desarrollar una cultura innovadora no nos parece la mejor vía.

2. Porque no existe el proceso perfecto en innovación: cada empresa es un mundo y el éxito de la innovación depende mucho más de factores culturales que de tener el proceso más comprobado o contrastado. Es necesario sistematizar la innovación pero la respuesta ha de ser específica en cada organización. Así que una norma para armonizar no parece lo más adecuado.

3. Porque contradice una de las claves del éxito en innovación: la gestión del error. Es evidente que uno de los primeros objetivos de una norma es reducir la posibilidad de equivocarse. Pero una empresa innovadora no pretende evitar el error, lo que busca es integrarlo en el proceso: como innovar consiste en probar cosas nuevas, es evidente que cometeremos errores y que algunos proyectos no serán un éxito. Lo importante es prepararse para que el error no tenga graves consecuencias y que se transforme en la primera fuente de ideas y mejoras. Esto lleva a la sistematización de prototipos y pilotos. Lo explicamos en un video en un post anterior: https://inteligenciacreativa.com/?p=569

4. Nos lo demuestra la realidad: 11 años de experiencia en Inteligencia Creativa nos han demostrado que las empresas obsesionadas por el control y que no saben gestionar la incertidumbre tienen peores resultados en innovación. Pensar también en las empresas consideradas como las más innovadoras (Ideo, Google…). ¿Cumplirían con esta norma? Evidentemente no. Conociendo algunas de ellas, nos atrevemos a decir que hasta se pondrían como objetivo saltársela.

Entendemos que ante un bombardeo de comunicación y procesos diversos, las personas que quieren organizar la innovación necesiten aclararse. Pero pensamos que una norma les dará una falsa tranquilidad y acabará siendo un freno.

Entendemos que esta voluntad de “normalizar” proviene de empresas que no tienen muy claro lo que funciona entre las múltiples visiones de la innovación que se les presenta.
Pero si uno quiere saber si lo está haciendo bien, ¿respetar la norma es un mejor indicador que fijar objetivos, cuantitativos y cualitativos, y medir si se han alcanzado?

Algunos profesionales de la innovación quieren ir a presentar sus servicios con un label para poder diferenciarse o tranquilizar más al cliente potencial. Utilizarán esta norma como credencial. Pero para medir la credibilidad de una consultora, ¿no sería una mejor idea preguntarle , a ella o todavía mejor a sus clientes, por sus casos de éxito/fracaso y sus resultados reales?